El agua caliente que cae de la ducha no necesita alcanzar los 100ºC para transformarse en estado gaseoso. Si el agua sólo se convirtiera en vapor a 100ºC, nunca llovería, así como el agua de ríos, lagos y mares nunca se evaporaría. El secreto es que, además de hervir, que requiere alcanzar los 100º centígrados, al nivel del mar, para que el agua pase de estado líquido a gaseoso, existen otras dos formas. El primero es el calentamiento, un cambio de líquido a vapor que puede ocurrir incluso de forma inmediata, estando el agua a temperatura ambiente, dependiendo de condiciones específicas. Ocurre cuando tiras agua sobre un plato caliente, por ejemplo. El segundo es la evaporación. Para evaporarse, el agua necesita estar un poco más caliente que el aire. Aquí es donde entra en juego la evaporación del agua de ríos, mares y lagos, que se produce en la superficie, a medida que las moléculas de agua ganan suficiente energía para transformarse en vapor, a temperatura ambiente, dependiendo de la presión atmosférica y otros factores.
El agua caliente que cae de la ducha también sufre evaporación: la ducha eléctrica o el calentador pueden generar esta diferencia de temperatura para hacer que el agua se convierta en vapor. Las gotas que caen a una temperatura al menos 20ºC superior a la temperatura ambiente tienen muchas posibilidades de evaporarse. Sólo por ponerte un ejemplo, en un baño muy caliente, con una temperatura media de unos 45ºC, alrededor de un 10% del agua se pierde en forma de vapor. En una ducha eléctrica común, esto significa que alrededor de 1,5 litros pasan al estado gaseoso durante una ducha rápida que dura sólo cinco minutos.
El vapor está formado por moléculas de agua que han logrado transformarse a estado gaseoso. Lo que define el estado del agua (sólido, líquido o gaseoso) es la agitación de sus moléculas. Cuanto más revuelvas, mayor será la temperatura del líquido.
En el agua que sale de la ducha a una temperatura media de 40ºC, por ejemplo, hay unas gotitas con moléculas en agitación equivalentes a 50ºC. Para ellos, es más fácil separarse de la columna de agua y convertirse en vapor.
En ese mismo baño a 40ºC hay gotitas en las que las moléculas tienen una temperatura de 30ºC. Al estar menos agitadas sus moléculas, tienen menos energía y no pueden pasar al estado gaseoso. Se mantienen en estado líquido y garantizan nuestro baño.
Fuente: Texto adaptado de un artículo de Revista Superinteressante, Producido por Fernando Tió Neto y actualizado el 4 de julio de 2018.